Hoy hemos hablado con Neus Pi sobre las emociones y atent@s a lo que nos ha contado que es muy interesante.
Rabia, ansiedad, tristeza… están totalmente presentes en nuestra vida y muy a menudo resuenan en consulta, pero como sociedad todavía tenemos muchas preguntas. Estas emociones tan desagradables, ¿para qué sirven exactamente? ¿Qué nos aportan? ¿No nos iría mejor si simplemente desaparecieran?
La respuesta es, ¡no!
Toda emoción tiene una función adaptativa; es decir, una función que nos permite adaptarnos a nuestro medio. Es gracias a ellas que recibimos señales de cómo estamos, qué está pasando, y cómo deberíamos comportarnos para tener los máximos beneficios en nuestra vida, comenta Neus.
Por ejemplo:
- La rabia: Tan repudiada, tan rechazada por todos. Y no obstante, ¡tan incomprendida! Cuando la rabia aparece en una situación nos está avisando de que se está cometiendo una injusticia, ya sea contra nosotros o contra personas de nuestro entorno a quienes apreciamos. La rabia nos permite poner límites sanos, hacernos valer, proteger. Nos prepara para la acción, nos llena de adrenalina y nos da la fuerza necesaria para enfrentarnos a la adversidad. Si de repente, sin ningún motivo aparente, empiezas a sentir rabia… Pregúntate cuál es la injusticia que tienes cerca.
- El miedo: Esta es, quizás, la que aceptamos más a regañadientes en nuestra vida como parte de la supervivencia. El miedo nos avisa del peligro: por salir heridos, por nuestro cuerpo o nuestra autoestima, por nuestra integridad… Y sin esos avisos de peligro, está claro que no llegaríamos muy lejos. Pero cuidado con su hermana lejana, la ansiedad… Que cuando es desproporcionada, va a comprometer nuestra salud y nuestro bienestar. Así que si llega, ya sabes lo que significa: es hora de parar. Es hora de frenar, cuidarnos, y no exponernos más al peligro.
- Y por último la tristeza: Sombría, oscura y reflexiva, la tristeza aparece en las situaciones en las que hay una pérdida, sea del tipo que sea. Un ser querido, una relación, en entorno feliz… Incluso cosas que nunca se han llegado a tener. Pero, ¿para qué sirve? La tristeza nos ayudará a recluirnos para protegernos, reflexionar sobre las causas de la pérdida, y (no menos importante) recibir apoyo social. Así es, la tristeza no es sólo una emoción que nos ayuda a adaptarnos al entorno, ¡también ayuda al entorno a adaptarse a nosotros! En su justa medida, la tristeza despertará la empatía de nuestros iguales y promoverá las muestras de afecto y soporte emocional, algo imprescindible en situaciones de pérdida.
Como puedes ver, todo tiene su función y nuestra vida no sería la misma sin las emociones, incluso aquellas que nos resultan desagradables. Porque nadie niega que puedan serlo. La magia está en que, pese a lo poco que nos gusta padecerlas, la misión de las emociones va más allá y es infinitamente más importante para nuestra supervivencia. Así que sí: vale la pena tenerlas con nosotros, abrazarlas y aceptarlas por muy incómodas que nos resulten.